Los beneficios del contacto afectivo se extienden a las medidas de salud física, así como a la salud mental y a las relaciones sociales.
Un estudio publicado en 2014 en la revista Psychological Science sugirió que la amortiguación del estrés que proporcionan los abrazos compartidos tiene en realidad un efecto protector contra las infecciones respiratorias.
Además, entre las personas que sí enfermaron, las que recibieron apoyo emocional en forma de caricias afectivas mostraron síntomas menos graves de infección.
Otros estudios mostraron que, en las parejas románticas en las que los miembros comparten abrazos con frecuencia, las mujeres tienden a tener la presión arterial y la frecuencia cardíaca más bajas, lo que sugiere que este tipo de contacto puede beneficiar al corazón literalmente, no solo metafóricamente.
Los besos románticos también ayudan a reforzar el sistema inmunológico, según han demostrado las investigaciones. Cuando nos besamos, transferimos «80 millones de bacterias por cada beso íntimo de 10», informan los científicos.
Esto puede sonar desagradable, pero es beneficioso; este intercambio microbiano actúa casi como una vacuna, familiarizando al sistema inmunitario con posibles nuevas amenazas bacterianas y reforzando su eficacia contra una gama más variada de patógenos.
El tacto como analgésico
Por último, el tacto es muy eficaz cuando se trata de aliviar el dolor físico. Las terapias de masaje pueden ser una forma estupenda de aliviar todo tipo de dolores, desde las cefaleas hasta el dolor de espalda.
Sin embargo, no es necesario acudir a un salón de masajes para experimentar los beneficios calmantes del tacto.
Tomar de la mano a su pareja será suficiente, dicen dos estudios publicados en dos años consecutivos, ambos cubiertos por Medical News Today.
El primer estudio -que apareció en la revista Scientific Reports en 2017- mostró que si dos parejas se tocan y una de ellas experimenta un dolor leve, el toque en realidad disminuye la sensación de dolor.
En el segundo estudio -aparecido a principios de este año en la revista PNAS- el equipo observó el mismo efecto en grupos de parejas jóvenes cuando se tomaban de la mano.
«Nuestros hallazgos», informan los autores del estudio, «indican que tomarse de la mano durante la administración del dolor aumenta el acoplamiento entre cerebros en una red que involucra principalmente las regiones centrales del objetivo del dolor y el hemisferio derecho del observador del dolor».
De cualquier parte que seamos, es probable que el tacto sea un importante marcador de afecto. En el siglo XVIII, el famoso poeta inglés John Keats escribió: «El tacto tiene memoria». La investigación ha demostrado ahora que esta evocadora imagen poética tiene una base científica: resulta que el tacto sí tiene memoria.
Un estudio dirigido por neurocientíficos de la Charité – Universitätsmedizin de Berlín, en Alemania, ha demostrado que nuestro cuerpo no sólo puede recordar el tacto, sino que puede recordar varios tipos diferentes de tacto simultáneamente.
«Un nuevo tacto no borra el recuerdo de un tacto anterior de la memoria de trabajo», explica el investigador principal de ese estudio.
«Más bien», prosigue, «los recuerdos táctiles nuevos y antiguos pueden persistir de forma independiente, una vez que la atención de la persona ha registrado los toques».
Parece que el tacto tiene un impacto más poderoso en nuestros cerebros y nuestros cuerpos de lo que podríamos haber imaginado, por lo que es importante ser plenamente consciente de cómo algo tan simple como un abrazo puede alterar nuestra propia percepción del mundo, y la de los demás.