Al final de su vida, Gaudí perdió a muchos amigos y familiares. El último golpe al que tuvo que enfrentarse fue cuando al maquetista Llorenç Matamala, al que Gaudí apreciaba mucho, se le diagnosticó un cáncer cerebral intratable. De hecho, durante los últimos doce años de su vida, Matamala se ofreció a pasar las noches con Gaudí para que no estuviera solo en la casa del Park Güell. Pero después de que Matamala ingresara en el hospital, en 1925, Gaudí no volvió nunca más al Park Güell, y decidió vivir en la Sagrada Familia, en la pequeña cámara de su taller, rodeado de libros, maquetas y planos enrollados a todas horas.
El 7 de junio de 1926, Gaudí estaba trabajando en unas lámparas para la cripta y, al final de la jornada, bajó hacia la iglesia de Sant Felip Neri, como hacía cada día. Le dijo a uno de los operarios que le ayudaba: «Vicente, ven mañana temprano, que vamos a hacer cosas muy bonitas». Pero Gaudí nunca llegó al barrio del centro de la ciudad donde se encuentra la iglesia. Cuando cruzaba la Gran Vía, en la calle de Bailèn, fue atropellado por un tranvía. Fue trasladado al antiguo Hospital de la Santa Creu, no al más moderno de la ciudad porque nadie lo reconoció, y allí murió el 10 de junio, apenas quince días antes de cumplir 74 años.
Ese fatídico accidente con el tranvía le quitó la vida y truncó su proceso creativo en el Templo, del que se hicieron cargo sus más fieles colaboradores. Entre las obras que había terminado en el momento de su muerte destaca el pináculo de la espadaña de la torre de Bernabé, en el extremo de la fachada del Nacimiento más cercano a la calle de Mallorca, que se terminó en noviembre de 1925. Las otras tres torres de esta fachada se estaban construyendo simultáneamente y estaban casi terminadas. Además, Gaudí también había dejado una maqueta completa de la fachada en su última versión. Pero, ¿en qué estado se encontraba el resto del proyecto en aquella época? Lo recordamos esta semana, 93 años después de que Gaudí nos dejara.
Fuente de la imagen: Arxiu Mas
Evolución desde el neogótico
A lo largo de los años, Gaudí había ido dando forma al proyecto hasta llegar a la versión definitiva. Estudió cada una de las partes significativas hasta que las perfeccionó todas y se convenció de que no había más margen de mejora. Prueba de este proceso son los numerosos planos de planta, secciones transversales y alzados de todo el Templo y, sobre todo, las maquetas de yeso.
De hecho, el proyecto de las naves había quedado completamente diseñado tres años antes de su muerte. Comenzó con una versión muy neogótica, con columnas cilíndricas y verticales sin textura helicoidal que sostenían arcos que, a su vez, soportaban bóvedas similares a las de crucería gótica, y su solución final presentaba columnas arborescentes que se ramificaban para sostener nuevas bóvedas realizadas con hiperboloides. La detallada maqueta a escala 1:10 que realizó, tan grande que se podía caminar por su interior y a través de ella, dio a las personas que continuaron el trabajo de Gaudí todo lo que necesitaban para completar el diseño y la construcción.
También había diseñado completamente la fachada de la Pasión. En este caso, una enfermedad que le dejó en el lecho de muerte le inspiró a rediseñar el proyecto. El dibujo que hizo era tan detallado y apasionado que se pasó con el agua de las acuarelas y el papel quedó totalmente arrugado. Se disculpó por ello ante uno de sus colaboradores cuando lo encontraron, plancha en mano, intentando rectificar las consecuencias del incidente. No existen dibujos de Gaudí de otras partes del Templo tan detallados como éste, por lo que dijo que no era necesario hacer una maqueta de yeso.
En sus últimos años, también terminó la maqueta de la cúpula de la sacristía, totalmente definida con representaciones detalladas de las ventanas triangulares, las pasarelas y el pináculo. También fue el resultado de una evolución hacia la última versión, con la cúpula hecha de secciones paraboloides que dan al edificio su forma general. La importancia de este modelo va más allá de la propia sacristía, ya que es la base para generar la geometría y el diseño de las linternas centrales.
Antes del accidente del tranvía, Gaudí estaba trabajando en el crucero y las torres centrales. Sus biógrafos dicen que había terminado los cálculos estructurales de la torre principal, la linterna dedicada a Jesucristo. Teniendo en cuenta que en aquella época los cálculos se hacían gráficamente, y había que medir la dirección y la magnitud de los vectores que representaban las fuerzas sobre el edificio, es comprensible que sus colaboradores tuvieran que utilizar el suelo para dibujar planos tan grandes que no cabían en sus mesas. No ocurre lo mismo con los cálculos de la linterna de la Virgen, de la que sólo había establecido la forma y la altura básicas.
Por último, a partir de 1921, comenzó a trabajar en la fachada principal: la de la Gloria. A su muerte, Gaudí había realizado una maqueta con las formas principales de las torres y del gran nártex que constituirán la última fachada que queda por construir en el Templo.
Así que, aunque ya no esté presente físicamente, siempre hemos tenido la información suficiente para seguir construyendo el Templo con espíritu de conservación, ciñéndonos lo más posible a la idea original de Gaudí.