Cánceres gastrointestinales

Cáncer de esófago (carcinoma)

Descripción general

El esófago es un tubo que conecta la boca y la garganta con el estómago («tubo de alimentación»). Cuando una persona traga, la pared muscular del esófago se contrae para ayudar a empujar los alimentos hacia el estómago. Hay dos tipos principales de cáncer que pueden aparecer en el esófago. El carcinoma de células escamosas es más frecuente en la parte superior o media del esófago. El adenocarcinoma se produce en la parte inferior del esófago.

Síntomas

Los tumores muy pequeños en una fase temprana no suelen causar síntomas. Los pacientes suelen experimentar dificultad para tragar a medida que el tumor aumenta de tamaño y la anchura del esófago se estrecha. Al principio, la mayoría tiene problemas para tragar alimentos sólidos como carnes, panes o verduras crudas. A medida que el tumor crece, el esófago se estrecha más, lo que provoca dificultades para tragar incluso líquidos. El cáncer de esófago también puede provocar síntomas de indigestión, acidez, vómitos y asfixia. Los pacientes también pueden tener tos y ronquera. También es frecuente la pérdida de peso involuntaria.

Causas/Factores de riesgo

Los estudios muestran que el cáncer de esófago se diagnostica con mayor frecuencia en personas mayores de 55 años. Los hombres se ven afectados con el doble de frecuencia que las mujeres. El cáncer de esófago de células escamosas es más frecuente en los afroamericanos que en los caucásicos. Por otra parte, el adenocarcinoma parece ser más común en los hombres caucásicos de mediana edad.

Se desconoce la causa exacta; sin embargo, existen factores de riesgo bien reconocidos. En Estados Unidos, el alcohol, el tabaquismo y la obesidad son los principales factores de riesgo. Dejar de beber y fumar puede reducir la posibilidad de padecer cáncer de esófago, así como otros tipos de cáncer. A veces el adenocarcinoma de esófago es hereditario.

El riesgo de cáncer de esófago también aumenta por la irritación del revestimiento del esófago. En los pacientes con reflujo ácido, en los que el contenido del estómago sube al esófago, las células que recubren el esófago pueden cambiar y empezar a parecerse a las células del intestino. Este problema se conoce como esófago de Barrett. Las personas con esófago de Barrett tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer de esófago.

Causas menos comunes de irritación también pueden aumentar la probabilidad de desarrollar cáncer de esófago. Por ejemplo, las personas que han ingerido sustancias cáusticas como la lejía pueden presentar daños en el esófago que aumentan el riesgo de desarrollar cáncer de esófago.

Examen/diagnóstico

El médico generalmente comenzará por realizar una historia clínica completa y un examen físico. Un esofagrama, también llamado trago de bario, es una serie de radiografías del esófago. Se pide al paciente que beba una solución de bario, que recubre el interior del esófago. A continuación se toman múltiples radiografías para buscar cambios en la forma del esófago.

La mayoría de los pacientes se someten a una prueba denominada endoscopia, en la que se pasa por la boca hasta el esófago un instrumento delgado y flexible con luz y una cámara en el extremo. Este instrumento permite al médico ver la capa interna del esófago. Durante este procedimiento se pueden tomar biopsias si es necesario y enviarlas al patólogo para que las examine con un microscopio y detecte las células cancerosas.

Una tomografía computarizada del cuello, el tórax y el abdomen puede ayudar a identificar si hay alguna propagación del cáncer a otros órganos del cuerpo para que el médico pueda determinar el tratamiento adecuado.

La ecografía endoscópica es una técnica que puede utilizarse para proporcionar una evaluación detallada de la profundidad del tumor y la afectación de los ganglios linfáticos adyacentes. Este instrumento es similar al endoscopio anterior, salvo que hay un ultrasonido incrustado en la punta del endoscopio. Se puede realizar una aspiración con aguja fina guiada por ecografía en cualquier ganglio linfático sospechoso que se vea.

Tratamiento

En función del estadio del cáncer de esófago, el paciente puede someterse a cirugía, radiación y/o quimioterapia. Otras medidas que pueden mejorar los síntomas son el estiramiento o la dilatación, la prótesis de tubo (stent) y la radiación o el tratamiento con láser para reducir el tamaño del cáncer.

Los médicos están buscando activamente nuevas formas de combinar varios tipos de tratamiento para ver si pueden tener un mejor efecto en el tratamiento del cáncer de esófago. Muchos pacientes con cáncer de esófago se someten a algún tipo de terapia combinada con cirugía, radiación y quimioterapia. Algunos pacientes con cáncer de esófago muy incipiente pueden someterse a una resección endoscópica del cáncer sin cirugía mediante técnicas como la resección endoscópica de la mucosa o la disección endoscópica de la submucosa.

Cáncer de estómago (cáncer gástrico)

Descripción general

El estómago forma parte del sistema digestivo y conecta el esófago con el intestino delgado. Una vez que los alimentos entran en el estómago, los músculos de éste ayudan a mezclar y triturar los alimentos mediante un movimiento llamado peristaltismo. El cáncer de estómago puede desarrollarse en cualquier parte del estómago y puede extenderse por todo el estómago y a otros órganos como el intestino delgado, los ganglios linfáticos, el hígado, el páncreas y el colon.

Síntomas

Los pacientes pueden no tener ningún síntoma en las primeras etapas y, a menudo, el diagnóstico se hace después de que el cáncer se haya extendido. Los síntomas más comunes son:

  • Dolor o malestar en el abdomen
  • Náuseas y vómitos
  • Pérdida de apetito
  • Fatiga o debilidad
  • Sangrado (vómitos con sangre o expulsión de sangre en las heces).
  • Pérdida de peso
  • Saciedad precoz (no puede comer una comida completa debido a una «sensación de plenitud»)

Causas/Factores de riesgo

Nadie sabe la razón exacta por la que una persona padece cáncer de estómago. Los investigadores han aprendido que hay ciertos factores de riesgo asociados con el desarrollo del cáncer de estómago. Los mayores de 55 años son más propensos a padecer cáncer de estómago. Los hombres se ven afectados con el doble de frecuencia que las mujeres y los afroamericanos se ven afectados con más frecuencia que los caucásicos.

El cáncer de estómago es más común en algunas partes del mundo como Japón, Corea, partes de Europa del Este y América Latina. Algunos estudios sugieren que un tipo de bacteria conocida como Helicobacter pylori, que puede causar inflamación y úlceras en el estómago, puede ser un factor de riesgo importante para desarrollar cáncer gástrico.

Los estudios demuestran que las personas que se han sometido a una cirugía de estómago o que padecen una afección como la anemia perniciosa o la atrofia gástrica (que dan lugar a una producción de jugos digestivos inferior a la normal) pueden estar asociadas a un mayor riesgo de desarrollar cáncer gástrico.

También hay algunas pruebas de que el tabaquismo aumenta el riesgo de desarrollar cáncer gástrico.

Control/Diagnóstico

Además de realizar una historia clínica completa y un examen físico, el médico puede hacer una o más de las siguientes pruebas:

Serie gastrointestinal superior: se pide al paciente que beba una solución de bario. Posteriormente se toman radiografías del estómago. El bario delinea el interior del estómago ayudando a revelar cualquier área anormal que pueda estar involucrada con el cáncer. Esta prueba se utiliza con menos frecuencia que antes, y ahora los pacientes suelen someterse primero a una endoscopia (véase más adelante).

Endoscopia – Se introduce un tubo flexible iluminado con una cámara, llamado endoscopio, a través de la boca hasta el esófago y luego hasta el estómago. Se administra una sedación antes de la inserción del endoscopio. Si se encuentra una zona anormal, se pueden tomar biopsias (muestras de tejido) y examinarlas con un microscopio para buscar células cancerosas.

Si se encuentra cáncer, el médico puede programar pruebas adicionales de estadificación para determinar si el cáncer se ha extendido. Se puede utilizar una tomografía computarizada para determinar si el cáncer se ha extendido al hígado, al páncreas, a los pulmones o a otros órganos cercanos al estómago.

La estadificación del cáncer gástrico también puede realizarse mediante el uso de una ecografía endoscópica. La ecografía endoscópica puede ayudar a determinar la profundidad de la propagación del tumor en la pared del estómago y la afectación de las estructuras adyacentes, así como a evaluar cualquier ganglio linfático agrandado que pueda estar invadido por células cancerosas.

Tratamiento

Los planes de tratamiento pueden variar en función del tamaño, la localización, la extensión del tumor y el estado de salud general del paciente. Los tratamientos incluyen cirugía, quimioterapia y/o radioterapia.

La cirugía es el tratamiento más común. El cirujano puede extirpar parte del estómago (gastrectomía) o todo el estómago. Los ganglios linfáticos cercanos al tumor suelen extirparse durante la cirugía para poder examinarlos en busca de células cancerosas.

Los investigadores están explorando el uso de la quimioterapia antes de la cirugía para ayudar a reducir el tamaño del tumor y después de la cirugía para ayudar a eliminar las células tumorales residuales. La quimioterapia se administra en ciclos con intervalos de varias semanas dependiendo de los fármacos utilizados.

La radioterapia es el uso de rayos de alta energía para dañar las células cancerosas y detener su crecimiento. La radiación destruye las células cancerosas sólo en la zona tratada.

Algunos pacientes con cáncer de estómago muy incipiente que sólo afecta a las capas superficiales de la pared del estómago, pueden someterse a una resección endoscópica del cáncer sin cirugía utilizando técnicas como la resección endoscópica de la mucosa o la disección endoscópica de la submucosa.

Los médicos están estudiando la combinación de cirugía, quimioterapia y radioterapia para ver qué combinación tendría el efecto más beneficioso.

Cáncer de hígado (carcinoma hepatocelular)

Resumen

El hígado es uno de los órganos más grandes del cuerpo, situado en la parte superior derecha del abdomen. El hígado tiene muchas funciones importantes, como la eliminación de toxinas de la sangre, el metabolismo de los fármacos, la producción de proteínas de la sangre y la producción de bilis, que ayuda a la digestión. El carcinoma hepatocelular es un cáncer que surge en el hígado. También se conoce como hepatoma o cáncer primario de hígado. El CHC es el quinto cáncer más común en el mundo. Datos recientes muestran que el CHC es cada vez más frecuente en los Estados Unidos. Se cree que este aumento se debe a la hepatitis C crónica, una infección que puede causar CHC. En Estados Unidos, la mayoría de los cánceres que se encuentran en el hígado son los que se propagan o hacen metástasis desde otros órganos. Estos cánceres no son HCC, ya que los cánceres HCC comienzan en las células del hígado. Los cánceres que suelen hacer metástasis en el hígado son el de colon, el de páncreas, el de pulmón y el de mama.

Síntomas

El dolor abdominal es el síntoma más común del CHC y suele estar presente cuando el tumor es muy grande o se ha extendido. La pérdida de peso inexplicable o las fiebres inexplicables son signos de alerta en pacientes con cirrosis. La aparición repentina de hinchazón abdominal (ascitis), la coloración amarilla de los ojos y la piel (ictericia) o la pérdida de masa muscular sugieren la posibilidad de un CHC.

Causas/Factores de riesgo

Está bien establecido que las personas infectadas por el virus de la hepatitis B y/o la hepatitis C tienen un mayor riesgo de desarrollar un CHC. La enfermedad hepática relacionada con el alcohol es también un factor de riesgo para el desarrollo de CHC.

Hay ciertas sustancias químicas que se asocian con el cáncer de hígado: la aflatoxina B1, el cloruro de vinilo y el torotrast. La aflatoxina es el producto de un moho llamado Aspergillus flavus y se encuentra en alimentos como los cacahuetes, el arroz, la soja, el maíz y el trigo. También el torotrast ya no se utiliza para las pruebas radiológicas, y el cloruro de vinilo, es un compuesto que se encuentra en los plásticos.

La hemocromatosis, una enfermedad en la que existe un metabolismo anormal del hierro, está fuertemente asociada al cáncer de hígado.

Los individuos con cirrosis por cualquier causa, como el virus de la hepatitis, la hemocromatosis y la deficiencia de alfa-1-antitripsina, tienen un mayor riesgo de desarrollar CHC.

Control/Diagnóstico

El diagnóstico de CHC no puede realizarse mediante análisis de sangre rutinarios. Debe realizarse un cribado mediante un análisis de sangre para el marcador tumoral, la alfa-fetoproteína (AFP), y una imagen radiológica. Algunos médicos abogan por la medición de la AFP y la obtención de imágenes cada 6-12 meses en pacientes con cirrosis, en un esfuerzo por detectar pequeños CHC. El sesenta por ciento de los pacientes con CHC tendrá un nivel elevado de AFP y el resto puede tener una AFP normal. Por lo tanto, un nivel normal de AFP no excluye el CHC.

Los estudios de imagen radiológica son muy importantes y pueden incluir uno o más de los siguientes: ecografía, TC (resonancia magnética) y angiografía.

La ecografía del hígado es con frecuencia el estudio inicial si se sospecha un CHC.

La TC es un estudio muy común utilizado en los EE.UU. para el estudio de los tumores hepáticos. El estudio ideal es la TC multifásica con el uso de contraste oral e intravenoso.

La RMN puede proporcionar vistas seccionales del cuerpo en diferentes planos. La RM puede realmente reconstruir imágenes del árbol biliar y de las arterias y venas del hígado.

La angiografía es un estudio en el que se inyecta material de contraste en una arteria grande de la ingle. A continuación se toman radiografías para evaluar el suministro de sangre arterial al hígado. Si el paciente tiene un CHC, se observa un patrón característico debido a los pequeños vasos sanguíneos anormales recién formados que alimentan el tumor.

La biopsia puede no ser necesaria en pacientes con un factor de riesgo de CHC y una AFP elevada. La biopsia puede realizarse si hay alguna duda sobre el diagnóstico de CHC o si el médico considera que el tratamiento puede cambiar con los resultados de la biopsia.

Tratamiento

El pronóstico depende del estadio del tumor y de la gravedad de la enfermedad hepática asociada. Hay algunos factores que predicen un mal resultado. Estos incluyen:

  • Demografía: sexo masculino, edad avanzada, consumo de alcohol
  • Síntomas: pérdida de peso, disminución del apetito
  • Signos de deterioro de la función hepática: ictericia, ascitis o confusión mental relacionada con la enfermedad hepática (encefalopatía)
  • Análisis de sangre: pruebas hepáticas elevadas, albúmina baja, AFP alta, sodio bajo, nitrógeno ureico en sangre alto
  • Estadística del tumor: tumor de más de 3 cm, tumores múltiples, invasión tumoral de los vasos sanguíneos locales, propagación tumoral fuera del hígado.

Quimioterapia:
Puede incluir la inyección de productos químicos anticancerosos en el cuerpo a través de una vena o mediante quimioembolización.

La técnica de quimioembolización es un procedimiento en el que los fármacos quimioterapéuticos se administran directamente en los vasos sanguíneos que irrigan el tumor y se bloquean los pequeños vasos sanguíneos para que el fármaco permanezca dentro de la zona del tumor. La quimioterapia puede proporcionar cierto alivio de los síntomas y posiblemente reducir el tamaño del tumor (en el 50% de los pacientes), pero no es curativa.

Ablación:
La terapia de ablación (destrucción del tejido) en forma de uso de ondas de radiofrecuencia, la inyección de alcohol en el tumor o la radiación de haz de protones en la zona del tumor son otras opciones de tratamiento. No hay datos que indiquen que alguno de estos tratamientos sea mejor que otro.

Cirugía:
La cirugía sólo está disponible para los pacientes con una función hepática excelente que tienen tumores de menos de 3-5 cm que están confinados en el hígado. Si el paciente puede someterse a la cirugía con éxito, la supervivencia a cinco años es del 30-40%. Muchos pacientes pueden sufrir una recidiva del CHC en otra parte del hígado.

Trasplante de hígado:
El trasplante de hígado es una opción de tratamiento para los pacientes con enfermedad hepática en fase terminal y CHC pequeño. Sin embargo, existe una grave escasez de donantes en los Estados Unidos.

Cáncer de páncreas

Resumen

El páncreas produce jugos pancreáticos, que ayudan a digerir los alimentos en el intestino delgado, y hormonas, incluida la insulina. Está situado detrás del estómago, en la parte posterior del abdomen. El conducto de la glándula pancreática se abre en la primera porción del intestino delgado (llamada duodeno) a través de una abertura parecida a un pezón llamada ampolla.

Síntomas

El cáncer de páncreas temprano no suele causar síntomas, por lo que se conoce como la enfermedad «silenciosa». A medida que el tumor aumenta de tamaño, el paciente puede presentar uno o más de los siguientes síntomas:

  • Ictericia – Si el tumor bloquea los conductos biliares (el conducto biliar principal pasa por el páncreas), el paciente puede desarrollar ictericia, una afección en la que la piel y los ojos pueden volverse amarillos y la orina puede adquirir un color oscuro.
  • Dolor abdominal – A medida que el cáncer crece, el paciente puede tener dolor en el abdomen que puede irradiarse a la espalda. El dolor puede aumentar al comer o al acostarse.
  • Náuseas
  • Disminución del apetito
  • Pérdida de peso

Causas/Factores de riesgo

No se sabe exactamente por qué ciertas personas padecen cáncer de páncreas. Las investigaciones demuestran que hay ciertos factores de riesgo que aumentan la posibilidad de padecer cáncer de páncreas. Fumar es un factor de riesgo. El consumo de alcohol, una dieta rica en grasas animales y la pancreatitis crónica también pueden ser factores de riesgo. Las personas con una enfermedad llamada pancreatitis hereditaria también tienen un mayor riesgo de padecer cáncer de páncreas. Los antecedentes familiares de cáncer de páncreas también son un factor de riesgo importante, al igual que ciertas afecciones hereditarias y genéticas.

Examen/diagnóstico

Además de realizar una historia clínica completa y una exploración física, el médico puede llevar a cabo ciertas pruebas endoscópicas y radiológicas, como una tomografía computarizada, una resonancia magnética o una ecografía. También se puede realizar una ecografía endoscópica. Esta prueba puede ayudar a encontrar tumores pequeños que pueden tener menos de 2-3 cms (una pulgada). En algunos casos puede realizarse una biopsia de una zona anormal del páncreas mediante la inserción de una aguja en el páncreas guiada por ultrasonidos.

La CPRE (colangiopancreatografía retrógrada endoscópica), un estudio especial de rayos X del conducto pancreático y del conducto biliar común, también puede utilizarse para realizar el diagnóstico. Para esta prueba, se pasa un tubo flexible con una luz y una cámara en el extremo a través de la boca hasta el estómago y luego el intestino delgado. Se administra una sedación. A continuación, se inyecta un colorante en el conducto pancreático y en el conducto biliar para buscar un llenado anormal u obstrucción de estos conductos por el tumor. Durante este procedimiento, se pueden tomar biopsias utilizando un cepillo que se introduce en el conducto biliar. Las muestras de la biopsia se examinan después al microscopio para buscar células cancerosas.

Tratamiento

El cáncer de páncreas sólo es realmente curable si se detecta en las primeras fases. La cirugía, la radiación y la quimioterapia son posibles opciones de tratamiento. La cirugía puede realizarse para extirpar todo o parte del páncreas y los tejidos circundantes si es necesario. La radioterapia puede utilizarse para dañar las células cancerosas y evitar que crezcan. La radiación puede utilizarse en ciertos ensayos después de la cirugía para ayudar a eliminar cualquier célula cancerosa restante. La quimioterapia no cura el cáncer de páncreas, pero puede tener algún efecto en la ralentización de la tasa de progresión del tumor o en la mejora de la calidad de vida del paciente. Se están investigando muchos fármacos nuevos para la quimioterapia del cáncer de páncreas y los pacientes con esta enfermedad pueden tener la oportunidad de participar en uno de los ensayos de investigación para el tratamiento quimioterapéutico del cáncer de páncreas.

El control del dolor puede ser un problema difícil en los pacientes con cáncer de páncreas. Se puede utilizar medicación oral para el dolor, o se puede derivar a los pacientes a un bloqueo nervioso que se realiza inyectando alcohol en el haz de nervios (plexo celíaco) cerca del páncreas para disminuir las señales de dolor del cáncer de páncreas al cerebro.

Imagen del tracto gastrointestinal

Autor(es) y fecha(s) de publicación

Radha Tamerisa, MD, University of Texas Medical Branch, Galveston, TX, y Manoop S. Bhutani, MD, FACG, UT MD Anderson Cancer Center, Houston, TX – Publicado en junio de 2004. Actualizado en mayo de 2008. Actualizado en julio de 2013.

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