Cómo afecta la depresión a su sueño

Por qué esta condición médica puede estar manteniéndole despierto por la noche

Después de un mal día, es normal estar despierto por la noche, rumiando lo que salió mal. Sin embargo, si descubre que su sueño se ve interrumpido de forma habitual por sentimientos de infelicidad, ansiedad o desesperanza, podría ser una señal de que está ocurriendo algo más grave. Para los aproximadamente 20 millones de personas afectadas por la depresión, las noches inquietas y el insomnio pueden, por desgracia, ir de la mano.

La relación entre la falta de sueño y la depresión es compleja, en parte gracias al hecho de que es un escenario de «el huevo o la gallina». Mientras que algunas personas pueden desarrollar insomnio debido a su depresión, para otras, el problema del sueño puede ser la raíz de su tristeza crónica. De hecho, las personas que padecen insomnio tienen diez veces más posibilidades de desarrollar una depresión en comparación con las que duermen bien. La apnea del sueño, un grave trastorno respiratorio relacionado con el sueño, también está relacionada con la depresión.

Aunque la depresión puede afectar a cualquier persona, es más común en las mujeres y en los adultos mayores, lo que podría explicar por qué hay mayores tasas de insomnio en estos dos grupos. Y los problemas de sueño provocados por un estado de ánimo negativo pueden desarrollarse incluso durante la infancia. Entre los adolescentes que declaran sentirse infelices, el 73 por ciento no duerme bien por la noche.

Vivir con depresión e insomnio es un reto, pero es posible levantar el ánimo y mejorar el sueño. Si sospecha que tiene depresión -o que su insomnio crónico le hace sentirse infeliz o ansioso-, su médico puede trabajar con usted para desarrollar un plan de tratamiento que aborde ambos problemas. Los signos de advertencia de la depresión incluyen la pérdida de interés en actividades que solían gustarle, cambios en el peso o el apetito, pérdida de libido y energía, problemas de concentración y pensamientos de muerte o suicidio. Aunque el asesoramiento profesional y los fármacos son a veces los tratamientos recomendados, también puede tratar de reducir sus niveles de estrés y ansiedad (desencadenantes habituales) mediante métodos como la meditación y el ejercicio.

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