El corazón es un músculo que funciona como una bomba para hacer circular la sangre por las arterias y las venas del cuerpo. La sangre transporta el oxígeno y los nutrientes que contribuyen al funcionamiento saludable de los tejidos del cuerpo. La obesidad puede interferir en este proceso al contribuir a los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión y la diabetes. Sin embargo, también puede dañar el músculo cardíaco de forma más directa.
Cuando una persona es obesa, su volumen de sangre circulante aumenta. Esto significa que el corazón tiene que bombear un mayor volumen de sangre con cada latido, lo que supone un esfuerzo para el corazón con el tiempo. Además, el latido del corazón se rige por una serie de impulsos eléctricos en el músculo cardíaco. Básicamente, el corazón tiene un marcapasos natural. La obesidad puede provocar ritmos cardíacos anormales, denominados arritmias, que, cuando son graves, pueden provocar la detención del corazón (paro cardíaco). Un estudio de investigación a largo plazo y muy respetado, denominado Estudio del Corazón de Framingham, descubrió que la tasa de muerte cardíaca súbita en adultos obesos era aproximadamente 40 veces superior a la de los adultos no obesos.
La buena noticia es que incluso una modesta pérdida de peso puede reducir los factores de riesgo cardiovascular y mejorar la salud del corazón. Cualquier persona que desee comenzar un programa de pérdida de peso debe discutir las opciones con su médico.