Tomado de «Fresh Plaza» publicado el 23/10/2012
La piña, que es una de las frutas más abundantes en Paraguay puede ayudar a reducir los dolores que provoca la artritis reumatoide. Los resultados de dos nutricionistas han demostrado que puede reducir el 100% de los dolores.
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad incurable que se caracteriza por una inflamación crónica que afecta a las membranas sinoviales de múltiples articulaciones como dedos, muñecas, codos, hombros y rodillas.
El objetivo de la investigación realizada en el marco de la tesis de Liliana Enciso Lara y Clara Deleon Farina, quienes ahora son licenciadas en Nutrición por la Universidad Nacional de Asunción, fue encontrar una solución natural para reducir el dolor causado por la ER.
Sobre la base de una investigación experimental en Europa con bromelina sintética que dio resultados satisfactorios cuando se aplicó a ratas, las dos jóvenes decidieron probar la misma receta en pacientes con artritis con bromelina natural de la piña y los resultados fueron muy prometedores.
Clara Deleon indicó: «La RA no se cura, pero buscamos aliviar el dolor de la enfermedad con algo natural.»
La investigación se realizó con 31 pacientes adultos con AR en el Instituto de Previsión Social (IPS) que siguieron un tratamiento farmacológico idéntico durante tres meses y se incluyó la piña en la rutina en el cuarto mes durante 30 días.
¡Los resultados fueron sorprendentes!!!
El dolor causado por la AR se redujo totalmente. La actividad de la enfermedad se detuvo en el 94% de los pacientes. La rigidez matinal de las articulaciones disminuyó en un 86%. Estos son los resultados más destacados de la investigación, que consiguió mejorar significativamente el estado de los pacientes.
¿Cómo lo hicieron?
La bromelina debe tomarse diariamente en una dosis equivalente a 7 miligramos por cada kilo de peso del paciente.
Suponiendo un peso estándar de 70 Kg, se deben consumir aproximadamente 150 gramos de piña al día por la mañana, lo que equivale a una o dos rodajas de piña, dependiendo del grosor.
La piña se daba en porciones cuidadosamente calculadas como se ha indicado anteriormente. También se llamaba a los pacientes cada mañana para recordarles que debían comer la piña. La satisfacción fue que los pacientes se dieron cuenta de la mejora y no dejaron de comer la piña y a menudo se olvidaron de tomar sus medicamentos contra el dolor y la inflamación. Este fue el beneficio evidente que se observó.
Los dos nutricionistas estaban completamente satisfechos con los resultados de los ensayos y han mantenido el contacto con los pacientes que siguen comiendo sus porciones de piña