Las quemaduras son una de las lesiones más comunes, que afectan a unos 200.000 australianos cada año. Las quemaduras se producen cuando las células de la piel resultan dañadas por la exposición a una llama (quemaduras por llama), un líquido caliente (escaldadura), un objeto caliente (quemaduras por contacto), la radiación ultravioleta o infrarroja (quemadura solar), la electricidad o los productos químicos.
Los niños son especialmente vulnerables, no sólo por su curiosidad natural, sino también porque su piel es más fina, lo que puede provocar quemaduras más graves a temperaturas más bajas.
Las quemaduras se clasifican en función del tamaño, normalmente expresado como un porcentaje de la superficie corporal total, así como de la gravedad, que se determina por el número de capas de la piel afectadas:
-
Las quemaduras de primer grado o superficiales suelen causar enrojecimiento e hinchazón localizados y sólo ampollas menores
-
Las quemaduras de segundo grado o de espesor parcial suelen tener un aspecto rojo húmedo, con ampollas grandes intactas o rotas
-
Las quemaduras de tercer grado o de espesor total suelen tener un aspecto seco, carbonizado o blanquecino.
Para todas las quemaduras, la primera consideración debe ser alejar a la víctima, al rescatador y a los espectadores de cualquier peligro, incluyendo llamas, líquidos calientes o electricidad viva.
Detenga el proceso de quemado lo antes posible – esto incluye la extinción de las llamas y la retirada de la ropa caliente o empapada si no está firmemente adherida a la piel.
Enfriar la quemadura con agua corriente fría durante 20 a 25 minutos elimina eficazmente el calor, evita que siga avanzando la quemadura y alivia el dolor. Aunque el enfriamiento debe iniciarse lo antes posible, sigue siendo eficaz hasta tres horas después de la lesión inicial.
Un estudio reciente descubrió que el enfriamiento con agua reducía la hinchazón y mejoraba la cicatrización de la herida en el caso de las quemaduras menores que se producen habitualmente en el hogar o el trabajo. En el caso de las quemaduras graves, el enfriamiento con agua redujo la necesidad de ingresar en cuidados intensivos o de someterse a una intervención quirúrgica de reparación de la herida.
Pero cuando se trata de enfriar una quemadura, más no es más. Utilizar hielo o agua helada es realmente perjudicial porque el frío extremo provoca la constricción de los vasos sanguíneos y, por tanto, empeora la lesión.
De la misma manera, un enfriamiento excesivo puede provocar un peligroso descenso de la temperatura corporal.
Por ello, el enfriamiento debe limitarse a 20 ó 25 minutos y sólo debe enfriarse la zona afectada. Procure que la temperatura corporal no descienda, sobre todo en los niños, que tienen menos masa corporal y, por tanto, pierden calor con más facilidad.
Una vez iniciado el enfriamiento, quítese las joyas, ya que las quemaduras suelen provocar una hinchazón localizada. Los anillos, relojes o pulseras ajustados pueden restringir el flujo sanguíneo a la extremidad o a los dedos quemados, lo que puede causar más daños en los tejidos.
Una vez enfriada la quemadura, cubra la herida con un apósito estéril no adherente o con film transparente (aunque nunca debe utilizarse en la cara para evitar la asfixia accidental). Todos los apósitos deben aplicarse sin apretar para evitar restringir el flujo sanguíneo.
No toque la zona lesionada, ni reviente las ampollas, ni aplique lociones, pomadas o cremas a las quemaduras a menos que se lo indique un profesional sanitario.
Hay pocas pruebas que apoyen el uso de remedios caseros como la aplicación de mantequilla, aceite, té, pasta de dientes, harina, cebolla, eucalipto, lavanda o aceite de árbol de té. Muchos de estos tratamientos tienen sus raíces en el folclore y su uso no está respaldado por la evidencia. Algunos de estos tratamientos pueden ser perjudiciales, ya que impiden una rápida evaluación por parte de un médico.
Asegúrese de que le atienda un médico en caso de: quemaduras químicas o eléctricas, quemaduras en ancianos o niños, quemaduras profundas, quemaduras mayores que una moneda de 20 céntimos o quemaduras que afecten a las vías respiratorias, a la cara, a las manos, a las principales articulaciones, a los pies y a los genitales.
El dolor de las quemaduras superficiales se trata mejor con analgésicos simples como el paracetamol. Tenga en cuenta que las quemaduras graves pueden no ser dolorosas, ya que las terminaciones nerviosas de la piel pueden estar completamente destruidas.
Como con todas las lesiones, la prevención es la mejor cura. Haga que su hogar y su lugar de trabajo sean más seguros identificando y eliminando los riesgos de quemaduras, y aprenda primeros auxilios.