De niño, puede que tu madre te dijera que nunca fueras a nadar media hora después de comer. Lo que probablemente no te dijo fue que estuvieras atento a un enorme pez amazónico aficionado a mordisquear testículos humanos.
Pero eso es lo que advirtieron esta semana los expertos daneses en fauna salvaje después de que un pacú -un primo de la más conocida piraña- apareciera en las aguas que separan esa nación de Suecia. Más aún, sugirieron amistosamente a los bañistas que «mantengan sus trajes de baño bien atados» para que el pez no opte por hacer una comida de sus genitales expuestos.
A primera vista, el pacú parece algo sacado de una película de terror. Pueden llegar a pesar hasta 55 libras, y tienen un conjunto de dientes afilados que parecen inquietantemente humanos.
Sin embargo, si los peces son, de hecho, un riesgo reproductivo para los seres humanos, está muy en duda.
A diferencia de la piraña, el pacú es vegetariano. Se alimentan principalmente de frutas y frutos secos que han caído al agua, utilizando sus poderosas mandíbulas para romper las cáscaras y llegar a la carne de su interior.
Tal vez eso explique por qué los peces tienen una reputación tan aterradora, ya que su dieta se presta fácilmente al doble sentido. Incluso a veces se les llama «pez cascanueces».
Mucha de la leyenda de los mordedores de bolas se basa en un incidente ocurrido hace unos años en Papúa Nueva Guinea en el que dos pescadores murieron supuestamente por pérdida de sangre tras ser castrados por un pacú hambriento. Ese informe sigue sin confirmarse, pero incluso si fuera cierto, es poco probable que los peces hayan desarrollado realmente un gusto por los testículos humanos.
Aquí está Jeremy Wade, presentador de «River Monsters» de Animal Planet, con su opinión sobre la leyenda:
En Papúa Nueva Guinea, han mordido a la gente; sin embargo, esto fue después de una repoblación de miles de peces, en una situación con muy pocas especies nativas y una escasez de su tipo de alimento preferido (semillas y frutos secos). Los peces que aparecen en los informes son, casi con toda seguridad, peces de compañía a los que se les ha quedado pequeña la pecera. Para que se reproduzcan, tendría que haber muchos más en el agua. Aunque no sería cierto decir que no hay riesgo de ser mordido por un pacú en los Estados Unidos, las posibilidades serían muy pequeñas. Conducir hacia y desde el lago sería mucho más peligroso.
Incluso los científicos daneses que emitieron esa advertencia inicial han dicho desde entonces que no pretendían que se tomara tan literalmente.
«Todo lo que dijimos la semana pasada (con una sonrisa) fue que los nadadores masculinos deberían llevar los pantalones puestos en caso de que haya más pacus en nuestras frías aguas del Báltico», explica Peter Rask Møller, de la Universidad danesa de Copenhague, a National Geographic, añadiendo que un ataque de pacus es «muy improbable, por supuesto».
¿Oyeron eso todos? Son libres de bañarse desnudos a gusto.
Sólo tengan cuidado con los tiburones.