Cuando digo la palabra comuna, probablemente me vienen a la mente muchas cosas: drogas, amor libre, una cocina gigante llena de cubas de guiso, millones de niños descalzos parcialmente vestidos corriendo sin rumbo, millones de adultos descalzos parcialmente vestidos corriendo sin rumbo, coronas hechas de flores, paz, amor, rifles automáticos almacenados…. Quiero decir, hay un montón de imágenes conjuradas.
Pero vamos a pensar en ello por un minuto. Realmente piénsalo.
Una comuna.
Digamos que tienes grandes visiones de alejarte de los proyectos de ciencia y de la constante rotación de pollo al horno y costillas en olla de barro que dan sabor a tu vida. Digamos que reúnes a seis o siete de los mejores amigos de tu familia y todos decidís lanzar algunos dedos medios ardientes a las construcciones sociales modernas. Digamos que aportas algo de dinero. Digamos que encontráis una vieja granja o, más probablemente, un centro comercial de la época de los 80. ¿Cómo lo harías funcionar? ¿Qué necesitarías? ¿Podría tu familia de cinco miembros vivir en un viejo Benetton? ¿Podrías someter el antiguo patio de comidas a tu voluntad orgánica?
Sí. Sí, apuesto a que podrías. El truco, sin embargo, será encontrar suficiente espacio para todos. Porque aunque hayáis acordado vivir en una comuna, no habéis acordado estar unos encima de otros (a no ser que esa sea vuestra manía, en cuyo caso, disfrutad de vuestra sexy comuna sexy).
Vas a necesitar un espacio para cada familia, un espacio para todos los niños, un espacio para que los adultos pasen el rato, un espacio para el grupo de niñeras que sin duda contratarás para que puedas disfrutar del espacio sólo para los adultos, un espacio para la escuela porque tus hijos son todos unos genios y mientras el sistema escolar moderno lo jode, tu comuna nutrirá y celebrará todas y cada una de las ondas cerebrales únicas (siempre y cuando esa nutrición y celebración ocurra en un área autónoma que no requiera la observación de los padres durante las horas de 8 am y 5 pm porque: TRABAJOS).
Esa es otra cosa. Trabajos. Seguramente todavía tendrán que tener algunos para que la comuna siga funcionando. Alguien va a tener que pagar la factura de la electricidad de la cocina sin gluten Sbarro-cum. Esto será algo que podrás resolver de antemano, por supuesto. Posiblemente podrás vender las obras de arte de los niños, o crear algún manga a partir de sus historias extraescolares en estado de fuga, y vender estas cosas a los hipsters que viven en el centro. Posiblemente alguien tendrá que trabajar de verdad en algún edificio. Ya te lo imaginarás.
Otras decisiones a tomar sobre la comuna incluyen el amor libre: sí o no, y el cultivo de marihuana: sí o no. Habrá que plantar un huerto colectivo porque los huertos colectivos forman parte de los Estatutos de la Comuna de 1964. Pero no te preocupes, puedes cultivar lo que quieras (excepto hierba si has votado en contra, aunque seamos realistas.)
No puedes cultivar almendras de chocolate salado de Trader Joe’s ni vodka de pomelo de boutique en tu jardín, así que habrá que tomar disposiciones. Probablemente podríais trabajar en la creación de alguna aproximación de estas cosas, pero si alguno de vosotros es lo suficientemente trabajador como para intentarlo es, de nuevo, algo que debe decidir el grupo.
Sin embargo, antes de que se tome cualquiera de estas decisiones de fondo, vais a tener que reuniros todos para concretar los grandes detalles. (Ya sabéis, como en qué parte de la ciudad queréis vivir, cuánto dinero tenéis realmente, el ahorro de impuestos de intentar convertir todo en una iglesia de algún tipo, etc.)
Esto va a requerir encontrar un momento en el que las siete familias puedan reunirse, lo que va a requerir hazañas hercúleas de programación no muy diferentes a tratar de llamar a Marte y Urano para ver cuándo pueden alinearse con Mercurio y Venus, y por qué la Tierra está siempre tan ocupada los martes, y quién se cree Neptuno de todos modos, que siempre tenemos que ir a ÉL porque está tan lejos.
Una vez que los planetas están alineados, la planificación puede comenzar en serio.
¡Va a ser tan divertido vivir todos en un solo lugar! Sin cuotas de la Asociación de Propietarios, sin reuniones de la Asociación de Padres de Alumnos, sólo amigos y niños y los olores fantasmas de Wok y Rolls de años pasados. Todo lo que tienen que hacer es reunirse para esa primera reunión. Sólo tienes que engranar esos horarios para que puedas…
Oh, a la mierda. ¿Quizás podáis alquilar algún dúplex en la misma manzana? La misma diferencia, ¿no? Podéis llamarlo Comuna 2.0 y escribir un manifiesto online sobre la libertad de dejar los cubos de basura fuera tantos días seguidos como queráis, porque los amigos son súper tolerantes con esas cosas. Puedes seguir corriendo desnudo y descalzo. Incluso puedes seguir teniendo un jardín gigante en grupo, y cubas de guiso. O al menos tener una cuenta de catering con el local de burritos más cercano.
Parece factible. ¿Si?
Si.