El desierto del Sahara: Arenas calientes de África
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El desierto del Sahara es uno de los lugares más reconocidos del mundo. También es uno de los lugares más duros para vivir.
El desierto se extiende 3.000 millas a través de la parte norte de África. Más de una cuarta parte de su superficie son dunas de arena, algunas de ellas de hasta 150 metros de altura. En el Sáhara hay un puñado de montañas, cuya cima es el monte Koussi, de 3.000 metros de altura.
Como era de esperar, el clima del desierto del Sáhara es cálido y seco. El desierto está dominado por fuertes vientos, que desplazan la arena de un lugar a otro, haciendo que los paisajes cambien regularmente. Tombuctú, una de las ciudades más famosas del mundo, se está cubriendo poco a poco de arena. Muchas de las casas de esta remota ciudad están ya por debajo del nivel del suelo.
La parte norte del desierto es subtropical y tiene inviernos fríos y dos estaciones lluviosas. El desierto seco del sur tiene una estación de lluvias y un invierno suave y seco. Las precipitaciones en cualquiera de las dos mitades nunca son muy significativas, ya que no llegan a 5 pulgadas en todo el año. Sin embargo, cuando la lluvia llega, lo hace a veces con ferocidad. Sorprendentemente, se sabe que algunas personas se ahogan en el Sáhara debido a las grandes inundaciones que suelen acompañar a las tormentas de lluvia que inundan las llanuras arenosas.
El Sáhara no es todo arena, ni mucho menos. Cientos de kilómetros de agua superficial y subterránea salpican el paisaje y el subpaisaje. Entre las grandes masas de agua se encuentran el río Nilo y el lago Chad. Las masas de agua más pequeñas, conocidas como oasis, se encuentran en casi todas partes. Algunos mantienen un suministro constante de agua, pero otros se secan al poco tiempo de haberse formado. Las cascadas no son infrecuentes, pero parecen sorprendentemente fuera de lugar en su entorno arenoso.