La investigación sobre el autismo ha avanzado mucho en los últimos años, pero los investigadores aún no han determinado una causa exacta para el Trastorno del Espectro Autista (TEA). Existe un consenso entre los científicos de que es más probable que haya una serie de influencias, incluyendo factores de riesgo biológicos, genéticos y ambientales.
¿Cuáles son algunos de los factores de riesgo más comunes para el autismo?
Genes y mutaciones genéticas
No existe un «gen del autismo»: los científicos no han relacionado un gen específico con todos los casos de TEA. Dicho esto, no faltan estudios de investigación que relacionan los genes y las mutaciones genéticas con un mayor riesgo de autismo, pero se sabe que docenas de genes desempeñan un papel.
Hasta la fecha, los investigadores han contabilizado al menos 65 genes que tienen un fuerte vínculo con el autismo, y más de 200 más que tienen vínculos más débiles con el TEA. La lista sigue creciendo. Este mismo año, un estudio ha revelado 18 genes más asociados al autismo. Las mutaciones de mayor «impacto» parecen desactivar genes que son fundamentales para el desarrollo temprano del cerebro.
Cada caso de TEA es único, con su propia combinación de comportamientos y retrasos en el desarrollo. Con cada nuevo descubrimiento de un gen, los investigadores pueden explicar mejor los diferentes casos de autismo.
Condiciones cromosómicas
Los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han demostrado que los individuos con ciertas condiciones cromosómicas, como el síndrome del cromosoma X frágil o la esclerosis tuberosa, son más propensos a tener TEA.
Factores familiares/biológicos
Además de los genes, hay otros factores biológicos que se sabe que influyen en la probabilidad de que un niño tenga TEA. Uno de ellos es la edad paterna: se ha relacionado a los padres mayores con un mayor riesgo de autismo. Los hermanos también influyen. Una investigación de la Universidad de California, Davis (UCD) descubrió que los niños con al menos un hermano mayor con TEA tienen un 18 por ciento de probabilidades de padecer también el trastorno.
Influencias ambientales
También se sabe que varios factores ambientales tienen un efecto sobre el riesgo de autismo. En cuanto a los factores de riesgo nutricional asociados al TEA, la investigación sobre el ácido fólico y la deficiencia de omega 3 ha sido menos concluyente. Sin embargo, se ha demostrado que muchos individuos con autismo tienen una deficiencia de vitamina D. La exposición a algunos pesticidas y metales pesados, en particular el mercurio y el plomo, también se ha relacionado con el autismo.
Influencias prenatales
Un estudio de metaanálisis sobre la relación entre el riesgo de autismo y las influencias prenatales reveló una serie de complicaciones en el embarazo relacionadas con el riesgo de TEA: edad avanzada de los padres en el momento del nacimiento, uso de medicamentos por parte de la madre durante el embarazo, hemorragias, diabetes gestacional y haber nacido primero en lugar de tercero o más tarde.
Complicaciones del parto
Una revisión de 2017 encontró fuertes vínculos entre el autismo y ciertas complicaciones traumáticas del parto, incluyendo hipoxia e isquemia. Se descubrió que los bebés con anemia neonatal, o con poca cantidad de glóbulos rojos que transportan oxígeno, tienen ocho veces más probabilidades de desarrollar autismo más adelante. El estrés fetal causado por la aspiración de meconio, una condición en la que la privación de oxígeno lleva al feto a inhalar productos de desecho en el útero, también se relacionó con un aumento de siete veces el desarrollo posterior de TEA.