El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno mental que hace que las personas tengan problemas para concentrarse en una sola tarea durante largos períodos de tiempo y que les cueste quedarse quietas. Es el trastorno del comportamiento más diagnosticado y tratado con medicación en niños y adolescentes.
Aunque la prevalencia del TDAH se ha mantenido estable durante los últimos 30 años, el uso de medicamentos recetados para tratar el trastorno ha aumentado considerablemente. Actualmente, 6,1 millones de niños y adolescentes estadounidenses toman estimulantes aprobados por la FDA para el TDAH. Según un estudio del que es coautor el cardiólogo James O’Keefe, del Saint Luke’s Mid America Heart Institute, estos medicamentos aumentan el riesgo de que los pacientes sufran episodios cardiovasculares como infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares, y sólo deben recetarse después de haber probado otras opciones no farmacológicas.
«El porcentaje de personas que toman medicamentos para el TDAH es ahora mayor en Norteamérica que en Europa o Asia», dijo O’Keefe. «Las razones de esto podrían incluir una mayor familiaridad con los medicamentos entre los profesionales, o los efectos de que el personal escolar recomiende a los padres con niños que tienen dificultades académicas que los evalúen para el TDAH».
El conjunto de datos que encontraron O’Keefe y sus compañeros de investigación mostró que los medicamentos para el TDAH causan modestas elevaciones en la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Se ha demostrado que los estimulantes afectan al sistema nervioso disminuyendo la variabilidad del ritmo cardíaco y endureciendo las arterias. Los medicamentos para el TDAH ya incluyen advertencias en sus prospectos sobre los posibles efectos cardiovasculares. O’Keefe dice que, debido a estos riesgos, las terapias no farmacológicas deberían ser la primera línea de tratamiento para el TDAH antes de la medicación recetada.
«El ejercicio y los ácidos grasos Omega-3 deberían probarse antes de cualquier medicación», dijo O’Keefe. «Ambos tienen efectos conductuales y mentales inmediatos y a largo plazo en los pacientes con TDAH porque aumentan las hormonas buenas como la dopamina y la norepinefrina y ayudan a reducir la falta de atención y la hiperactividad». Los estudios han observado mejoras en la atención, las habilidades motoras y el rendimiento académico gracias a terapias no farmacológicas como éstas.»
Un análisis de 10 ensayos clínicos informó de que los medicamentos para el TDAH aumentaron significativamente la frecuencia cardíaca en reposo en 5,7 latidos por minuto, lo que se correlaciona positivamente con mayores tasas de enfermedad cardiovascular. Los pacientes de mayor edad eran mucho más propensos a padecer una nueva insuficiencia cardíaca que los más jóvenes, y a padecerla más rápidamente que éstos después de tomar la medicación para el TDAH.
«Habrá que seguir investigando para aclarar más los riesgos y beneficios de los medicamentos estimulantes para el TDAH», dijo O’Keefe, «pero podemos concluir, a partir de lo que hemos encontrado aquí, que es más sano y seguro utilizar otros métodos terapéuticos, como el ejercicio y el aceite de pescado, para tratar el TDAH además de la medicación. Lo más importante del ejercicio es que debe parecer divertido, aunque sea algo tan sencillo como jugar a los bolos o al golf. En cuanto al aceite de pescado, recomiendo tomar entre 500 y 4.000 miligramos al día»
Lea el artículo completo en el Journal of the American College of Cardiology.