Aunque nunca se ha encontrado una relación directa entre las manchas solares y los acontecimientos terrestres, como la volatilidad de los mercados bursátiles, los extremos de la actividad de las manchas solares se han correlacionado en algunos casos con los cambios climáticos en la Tierra. Por ejemplo, el «mínimo de Maunder», un período con un número excepcionalmente bajo de manchas solares en el siglo XVI, coincidió con una época de temperaturas inusualmente bajas en todo el mundo, la llamada «Pequeña Edad de Hielo».
Sin embargo, se puede hacer un caso más directo de las erupciones solares, que a menudo causan bastante agitación terrestre. Estas breves e intensas explosiones de partículas de alta energía y radiación procedentes del Sol han sido responsables en varias ocasiones de freír los circuitos de los satélites artificiales, de interrumpir las emisiones de radio y televisión y de hacer caer toda la red eléctrica de Quebec. Debido a su proximidad al polo magnético norte, que guía los flujos de partículas hacia la Tierra sobre el Ártico, Canadá y Estados Unidos son especialmente susceptibles a las perturbaciones provocadas por las erupciones solares. Las erupciones también desencadenan auroras más brillantes y extensas que pueden ser visibles desde el sur de Estados Unidos. Se ha realizado un esfuerzo considerable para predecir y detectar estos eventos.
Para el ciudadano de a pie, sin embargo, las erupciones solares y las manchas solares suelen tener poco impacto. Sólo las raras erupciones de gran tamaño causan grandes alteraciones electrónicas.