La fiebre (también conocida como pirexia, temperatura alta o fiebre alta) es una respuesta normal del cuerpo a una variedad de condiciones, la más común es la infección, y es un signo médico muy común. La fiebre se produce cuando la temperatura del cuerpo se eleva como resultado del reajuste del termostato del cuerpo a una temperatura más alta de lo habitual. La fiebre es una de las defensas naturales del cuerpo contra las bacterias y los virus que no pueden vivir a temperaturas más altas. Por lo tanto, las fiebres de bajo grado normalmente no deberían tratarse, a menos que haya otros síntomas preocupantes. La fiebre es sólo una parte de una enfermedad y normalmente no es más importante que otros síntomas que también pueden aparecer, como la tos, el dolor de garganta o la fatiga.
¿Tengo fiebre?
Entre las distintas personas existe una variación normal de la temperatura corporal, por lo que no existe un valor único que se defina como fiebre. Sin embargo, las siguientes temperaturas se aceptan generalmente como fiebre, dependiendo de cómo y dónde se mida la temperatura:
- Temperatura rectal superior a 100.4°F (38°C)
- Temperatura oral por encima de 100°F (37,8°C)
- Temperatura axilar por encima de 99°F (37,2°C)
- Temperatura del oído (membrana timpánica) por encima de 100,4°F (38°C) en modo rectal o 99.5°F (37,5°) en modo oral
- Temperatura de la frente (arteria temporal) superior a 100,4°F (38°C)
¿Cuándo es demasiado alta la fiebre?
Las fiebres de 104°F (40°C) o superiores pueden ser peligrosas y exigen un tratamiento domiciliario inmediato y una rápida atención médica, ya que pueden provocar delirios o convulsiones febriles, especialmente en niños pequeños y lactantes.
La fiebre no debe confundirse con la hipertermia, que es un defecto en la respuesta del cuerpo al calor (termorregulación), que se produce por fuentes externas como estar en un ambiente caluroso.
¿Qué causa la fiebre?
El diagnóstico diferencial de la fiebre es amplio ya que puede darse en muchas enfermedades pero su aparición con otros síntomas como escalofríos, sudoración, tos o dolor de garganta puede ayudar a acotar el diferencial, y la mayoría de las veces su causa se debe a enfermedades cotidianas, entre ellas la Gripe o la Faringitis, que pueden tratarse con autocuidados durante unos días con un seguimiento para ver si los síntomas mejoran. Si los síntomas continúan empeorando o aparecen otros síntomas como rigidez de cuello, fotofobia o dolor abdominal, se debe buscar ayuda médica inmediata.
Diagnóstico diferencial de la fiebre
Diferentes tipos de fiebre
Hay que tener en cuenta la naturaleza o el tipo de fiebre y la duración, ya que hay muchos tipos que podrían ayudar a acotar el diagnóstico diferencial que se está considerando.
Fiebre continua: Cuando la temperatura se mantiene por encima de lo normal a lo largo de un período de 24 horas y no fluctúa más de 1° Celsius en 24 horas. Este tipo de fiebre se da en la neumonía lobar, la fiebre tifoidea, la infección urinaria, la endocarditis infecciosa, la brucelosis y el tifus.
Fiebre recurrente: La temperatura se mantiene por encima de lo normal durante todo el día y fluctúa más de 2° Celsius en 24 horas. Este tipo se observa en pacientes con fiebre tifoidea y endocarditis infecciosa.
Fiebre de Pel Ebstein: Hay una alternancia regular de brotes recurrentes de fiebre y períodos afebriles. La temperatura puede tardar 3 días en subir, permanecer alta durante 3 días y luego remitir durante 3 días. El paciente puede entonces estar apirético durante 9 días.
Fiebre intermitente: En un período de 24 horas la temperatura sólo está presente durante algunas horas del día y el resto del tiempo es normal. El pico puede ocurrir a la misma hora cada día, cada dos días o cada pocos días, pero normalmente sigue un patrón repetitivo. Ejemplos de algunas enfermedades que presentan fiebre intermitente son la malaria, la piemia y la septicemia.
Fiebre séptica: Una temperatura muy alta que no mejora con antipiréticos puede indicar una fiebre séptica y el paciente debe ser visto rápidamente y revisado para evitar un mayor deterioro de su estado de salud.
Fiebres recurrentes cíclicas o fiebres periódicas: Se trata de recurrencias de fiebre que duran de unos días a unas semanas y están separadas por intervalos libres de síntomas. Este patrón de fiebre puede estar causado por una infección recurrente, una neoplasia o una enfermedad inflamatoria no infecciosa. Los ataques de fiebre que siguen el mismo curso suelen tener una causa no infecciosa, como la enfermedad de Still, la artritis reumatoide, la enfermedad de Crohn y el síndrome de Bechet. Los antecedentes familiares de fiebre periódica podrían indicar fiebre mediterránea familiar o síndrome de hiper-IgD.
Cuando no se sabe de qué fiebre se trata
La fiebre de origen desconocido se define como:
- Una temperatura superior a 101°F o 38.3°c en varias ocasiones
- De duración superior a 3 semanas
- Cuando no se llega a un diagnóstico a pesar de una semana de investigación en el hospital
Una fiebre de origen desconocido que continúa y que no presenta otros síntomas, como la pérdida de peso, es generalmente sugestiva de una condición progresiva más grave.
Ejemplos de causas de fiebre de origen desconocido:
Causas de fiebre de origen desconocido
La determinación de la causa de la fiebre de origen desconocido se lleva a cabo mediante un examen minucioso y la revisión de la historia clínica del paciente, incluyendo si ha viajado al extranjero, y luego se descartan las enfermedades del diagnóstico diferencial realizando las pruebas clínicas necesarias. El diagnóstico de la fiebre de origen desconocido puede ser útil para llamar la atención sobre una enfermedad que de otro modo no se habría diagnosticado. El tratamiento de la fiebre de origen desconocido es muy variable y depende de la causa subyacente. En el 30% de los casos el paciente es dado de alta sin un diagnóstico final y en muchos casos la fiebre de origen desconocido se resuelve con el tiempo.
La fiebre en los pacientes es un tema complejo y uno de los síntomas más comunes. Si se presenta con algún otro síntoma, la combinación suele ayudar a determinar qué enfermedad tiene el paciente. Cuando se presenta sola, es importante medir la fiebre regularmente durante un período de tiempo. Así se puede determinar si hay algún patrón, si se reduce con los antitérmicos, si la temperatura es alta en comparación con la temperatura de referencia del paciente. Esto, junto con un examen exhaustivo y la historia clínica, determinará cuál debe ser el siguiente curso de acción.
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