La Navidad ha sido durante mucho tiempo una celebración de la alegría, ya que Papá Noel recompensa a todos los niños y niñas buenos con regalos y alegría navideña. Se dice que los niños que no han sido tan buenos reciben un trozo de carbón en sus calcetines, en lugar de un regalo. Sin embargo, hace muchos años, los niños recibían la visita del «Diablo de la Navidad», una consecuencia mucho más aterradora que el carbón.
La leyenda del Krampus se remonta a siglos atrás, originándose como una tradición navideña alemana durante el siglo XII. A principios de diciembre, los niños de Alemania empezaban a oír susurros sobre una criatura de pelo oscuro con cuernos y colmillos, que llevaba un manojo de palos de abedul para golpear a los niños traviesos. Según las narraciones tradicionales del folclore alpino, el Krampus entraba en los pueblos, azotando sus cadenas y campanas, para capturar a los niños malos en una cesta y llevarlos al inframundo. La Krampusnacht (Noche del Krampus) tendría lugar la noche anterior al 6 de diciembre (Día de San Nicolás), cuando los niños alemanes buenos eran recompensados con regalos en sus botas.
En el siglo XXI, muchos países alpinos siguen celebrando la Krampusnacht con desfiles, en los que los habitantes de los pueblos se visten de diablos y corren por las calles persiguiendo a niños y padres traviesos por igual. Más recientemente, la leyenda del Krampus ha ganado popularidad en Estados Unidos, con festivales del Krampus celebrados en todo el país, en Los Ángeles, Filadelfia y Nueva York.
Las Krampuskarten, o tarjetas de felicitación del Krampus de la época, a menudo representaban al Krampus acercándose sigilosamente a un niño a punto de ser castigado; estas tarjetas a menudo decían «Gruß vom Krampus!» o ¡Saludos del Krampus!