Has hecho la prueba.
Has vuelto a hacer la prueba.
Has hecho la prueba por tercera vez y has vomitado.
Sí, tienes 16 años y estás embarazada. No lo habías planeado. Pensabas que habías tomado precauciones pero estás embarazada. Oh, chico, ¿y ahora qué?
Para algunas adolescentes puede ser un momento feliz, pero para otras puede parecer que el mundo está a punto de acabarse. El futuro que pensabas que se desarrollaba ante ti se detiene de golpe.
Una multitud de emociones compiten por la atención y entonces te das cuenta de que hay una cosa que vas a tener que hacer. Un frío manto de temor te envuelve. Las palabras se te atascan en la garganta y quieres volver a vomitar.
«¿Cómo se lo voy a decir a mis padres?»
Para muchas adolescentes, esto parece un obstáculo insuperable, pero tan seguro como que la noche sigue al día, es algo que la mayoría tendrá que afrontar. (Esto también se aplica a los padres adolescentes.)
La culpa y la vergüenza pueden ser las principales emociones insanas que se sienten en este momento, impulsadas por creencias irracionales como: «No debería estar embarazada, y como lo estoy, he hecho algo realmente malo y no soy buena» (culpa) o «No puedo permitir que mis padres piensen mal de mí. Debo tener su aprobación porque si piensan mal de mí significa que no valgo nada» (vergüenza).
Estas emociones pueden desencadenar una emoción secundaria de ansiedad basada en pensamientos como: «Si piensan mal de mí, no podría soportarlo»; «¿Y si me rechazan y no podré afrontarlo?»
La combinación de estos pensamientos y sentimientos son potencialmente paralizantes para una persona joven y puede hacer que el proceso de hablar con los padres sea tan difícil que a menudo no se les dice hasta que se hace demasiado obvio para seguir ocultando el embarazo. Esta postergación puede causar complicaciones en la forma en que cada parte se comunica y en las posibles opciones que se tienen por delante.
Estoy asumiendo muchas cosas sobre la relación que tienes con tus padres. Puede que estés más cerca de uno que de otro, pero si quieres decirles que estás embarazada, aquí tienes algunas cosas que debes tener en cuenta.
- Cuanto más pospongas decírselo, más difícil será para todos vosotros. Recuerda que el tiempo corre y que el embarazo no se detiene porque tengas miedo.
- Si no tienes una gran relación comunicativa con tus padres, a veces puede ayudarte confiar primero en otras personas más cercanas, como una amiga, una hermana, una tía o un abuelo. Esto no sólo te da algo de práctica para contárselo a la gente, sino que también es importante no pasar por esto solo.
- La vía más sencilla es siempre la mejor, pero elige un momento en el que sepas que vas a tener tiempo para hablar de ello. No lo digas de pasada y con prisas, y no lo digas enfadado durante una discusión.
- No te vayas por las ramas. Sé clara, tranquila y directa: «Mamá, papá, estoy embarazada».
- Es habitual que los padres se enfaden y se decepcionen al conocer la noticia. No pasa nada. Permíteles sus sentimientos.
- En la conmoción del momento se pueden decir cosas que te pueden resultar hirientes. No te lo tomes como algo personal. Incluso los padres pueden reaccionar mal.
- Pueden surgir palabras como «aborto» y «adopción». Puede que sea lo que tú también estés pensando, pero es mejor esperar a que todos estén más tranquilos antes de hablar de todas las opciones que tenéis por delante.
- Algunos padres pueden intentar presionarte para que hagas algo que no quieres hacer. Pero recuerda que no tienes que hacer nada con lo que no te sientas cómodo. En caso de duda, habla con una tercera persona objetiva, como tu consejero escolar.
- Si es posible, habla con tus padres con tu pareja. Esto no sólo te da un aliado, sino que muestra un nivel de madurez por parte de ambos.
- Por último, es tu cuerpo y tendrás que vivir con todas tus decisiones y consecuencias durante el resto de tu vida, así que piensa detenidamente en lo que es correcto para ti.
En un momento así puede que te sorprenda lo bien que se toman tus padres tus noticias, y lo mucho que se preocupan por ti. Por otro lado, no todos los padres te apoyarán. Si te encuentras en un mal momento después de decírselo a tus padres, no pienses que tienes que hacerlo solo. Hay mucho apoyo de los profesionales, así que no pienses que tienes que apresurarte a tomar una decisión.
Una buena metáfora para esta experiencia es como arrancar una venda. Puede que sientas un breve e intenso escozor, pero luego se quita y puedes seguir con tu vida.
Sé valiente. Ve a hablar.