Los humanos tienen una esperanza de vida «natural» de unos 38 años, según un nuevo método que hemos desarrollado para estimar la duración de la vida de diferentes especies mediante el análisis de su ADN.
Extrapolando a partir de estudios genéticos de especies con vidas conocidas, descubrimos que el extinto mamut lanudo probablemente vivió unos 60 años y que las ballenas de Groenlandia pueden esperar disfrutar de más de dos siglos y medio de vida.
Nuestra investigación, publicada hoy en Scientific Reports, analizó cómo cambia el ADN a medida que un animal envejece, y descubrió que varía de una especie a otra y que está relacionado con el tiempo que probablemente vivirá el animal.
El misterio del envejecimiento
El proceso de envejecimiento es muy importante en la investigación biomédica y ecológica. A medida que los animales envejecen, experimentan un declive de las funciones biológicas, lo que limita su vida útil. Hasta ahora ha sido difícil determinar cuántos años puede vivir un animal.
El ADN es el modelo de los organismos vivos y es un lugar obvio para buscar información sobre el envejecimiento y la vida útil. Sin embargo, nadie ha sido capaz de encontrar diferencias en las secuencias de ADN que expliquen las diferencias en la duración de la vida.
La duración de la vida entre los vertebrados varía mucho. El gobio pigmeo (Eviota sigillata) es un pequeño pez que sólo vive ocho semanas, mientras que se han encontrado individuos de tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus) que han vivido más de 400 años.
Conocer la duración de la vida de los animales salvajes es fundamental para la gestión y conservación de la fauna. En el caso de las especies en peligro de extinción, la duración de la vida puede utilizarse para saber qué poblaciones son viables. En industrias como la pesquera, la duración de la vida se utiliza en los modelos de población para determinar los límites de captura.
Sin embargo, la vida útil de la mayoría de los animales es desconocida. La mayoría de las estimaciones proceden de un pequeño número de individuos que viven en cautividad y de los que se conoce la edad en el momento de la muerte. En el caso de las especies longevas es difícil obtener una duración de vida, ya que pueden sobrevivir a una generación de investigadores.
Utilizando los cambios en el ADN para medir la edad
En los últimos años los investigadores han desarrollado «relojes» de ADN que pueden determinar la edad de un animal utilizando un tipo especial de cambio en el ADN llamado metilación del ADN.
La metilación del ADN no cambia la secuencia subyacente de un gen, sino que controla si está activo. Otros investigadores han demostrado que la metilación del ADN en genes específicos está asociada a la duración máxima de la vida de algunos mamíferos, como los primates.
A pesar de que la metilación del ADN está relacionada con el envejecimiento y la vida útil, hasta ahora ninguna investigación la había utilizado como método para estimar la vida útil de los animales.
En nuestra investigación, hemos utilizado 252 genomas (secuencias completas de ADN) de especies de vertebrados que otros investigadores han reunido y puesto a disposición del público en una base de datos en línea. A continuación, hemos comparado estos genomas con otra base de datos de duración de vida animal conocida.
Usando estos datos, descubrimos que podíamos estimar la duración de la vida de las especies de vertebrados observando dónde se produce la metilación del ADN en 42 genes concretos. Este método también nos permite estimar la duración de la vida de especies longevas y extintas.
Especies extinguidas
Descubrimos que la vida de la ballena de Groenlandia, considerada el mamífero más longevo del mundo, es de 268 años. Esta estimación es 57 años más alta que el individuo más antiguo que se ha encontrado, por lo que pueden tener una vida mucho más larga de lo que se pensaba.
También descubrimos que el extinto mamut lanudo tenía una vida de 60 años, similar a los 65 años del elefante africano actual.
La extinta tortuga gigante de la Isla Pinta tenía una vida de 120 años según nuestras estimaciones. El último miembro de esta especie, el Solitario Jorge, murió en 2012 a los 112 años.
Interesantemente, encontramos que los neandertales y los denisovanos, que son especies extintas estrechamente relacionadas con los humanos modernos, tenían una vida máxima de 37,8 años.
Basado en el ADN, también estimamos una esperanza de vida «natural» de los humanos modernos de 38 años. Esto coincide con algunas estimaciones antropológicas para los primeros humanos modernos. Sin embargo, los humanos de hoy en día pueden ser una excepción a este estudio, ya que los avances en la medicina y el estilo de vida han ampliado el promedio de vida.
A medida que más científicos reúnen los genomas de otros animales, nuestro método permite estimar fácilmente su esperanza de vida. Esto tiene una enorme importancia ecológica y de conservación para muchas especies que requieren una mejor gestión de la vida silvestre.