Wedgie Girl

School

Hace unos tres años fui humillada por 3 de las chicas más empollonas de mi instituto. Yo tenía unos 16 años en ese momento. Aunque era bastante tímida y callada, era una de las chicas más «guays» porque era guapa.
Así que iba caminando por un bosque de camino a casa y vi a dos de las chicas al otro lado de la valla metálica. Me deslicé por el agujero de la valla y las saludé. Caminamos un poco y, de repente, dos de ellas me agarraron y me empujaron hacia atrás, hacia la valla. Tuve que subirme a un tronco o me habría caído encima. Me inmovilizaron contra la valla y me mantuvieron allí. Inmediatamente sentí un tirón en mis bragas (calzoncillos rosas Hanes Her Way). Había una tercera chica al otro lado de la valla. Tiró de la parte trasera de mis bragas a través de la valla y enroscó una pelota de tenis en ellas. Las dos que me sujetaban saltaron del tronco y me lo quitaron de encima. Me tiré hacia abajo y quedé colgada por mis bragas. Empecé a empujar y a tirar para intentar liberarme, pero no conseguía hacer pie. Se quedaron mirando mientras la tercera chica se les unía. Me agoté tratando de bajar. Me dijeron: «No vas a bajar, así que deja de luchar». Dijeron que acabaría antes si les dejaba hacer lo que querían. No sabía qué más hacer, así que me rendí y me quedé colgado. Entonces se adelantaron y me quitaron toda la ropa, excepto el sujetador de copa c y las bragas. Simplemente les dejé. Me imaginé que me dejarían ir. Pero entonces me ataron las manos por encima de la cabeza a la parte superior de la valla. Se burlaron de mí por tener un poco de pelo saliendo por los lados y se burlaron de mi cada vez más doloroso calzón chino frontal. Y decían cosas como: «¿Te sientes bien, cariño?» «¡Espera a que la escuela se entere de tu calzón chino colgante! ¡Parece que tus días de ser popular han terminado! O tal vez, en lugar de oírlo, les gustaría verlo». Les rogué que no lo hicieran. Pero sacaron la cámara y dijeron que mañana esas fotos estarían por todo el colegio. Luego me dejaron allí. Estuve colgada durante más de dos horas antes de que se me rompieran las bragas.
Cuando llegué a la escuela a la mañana siguiente, había fotos por todas partes. Y recibí varios wedgies atómicos ese día y todo culminó con al final del día ser colgado del poste de la bandera por el equipo de lacrosse de las niñas. Y así comenzó mi aventura de toda la vida como «la chica de los calzones».

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