El mes pasado publiqué un post sobre la legislación actual sobre la alimentación de los pollos con restos de cocina, señalando que va en contra de la ley a menos que tu «área de preparación de alimentos» esté registrada o sea vegana. Varias personas se pusieron en contacto conmigo queriendo saber más sobre cómo la gente alimentaba a sus rebaños de traspatio antes de esta ley.
Los restos de cocina eran ampliamente utilizados por los criadores de traspatio; alimentos menos sabrosos que no comeríamos nosotros mismos (que hoy en día, en el mejor de los casos, se compostarían, en el peor, se tirarían a un vertedero). A su vez, estos «residuos» eran convertidos por las gallinas en algo mucho más apetecible -huevos o carne- y, por supuesto, en estiércol. Es una forma sencilla, frugal, sensata y rápida de reciclar.
Como ya he mencionado antes, en la UE la alimentación del ganado con restos de cocina está regulada y se proporcionan directrices estrictas sobre lo que se puede y no se puede dar de comer a los animales que forman parte de nuestra cadena alimentaria. Sin embargo, el reciclaje de restos de cocina en el patio trasero no es la causa de la necesidad de estas leyes. Si nos remontamos a hace 100 años, era habitual alimentar a los pollos con restos de comida, y de hecho se fomentaba públicamente como una forma económica de convertir los subproductos de la cocina en huevos y carne.
En aquel entonces, se aplicaba el sentido común y no se alimentaba a los pollos con carne (que no fuera pescado), ni con ningún producto no cárnico que hubiera estado en contacto directo con la carne. La mayoría de las verduras crudas se picaban antes de utilizarlas y algunas, como las peladuras de patata, se cocinaban o cocinaban al vapor para hacerlas más apetecibles. Incluso el agua de esta cocción se daba a la manada (a menudo mezclada con el pienso para crear una «papilla»), ya que contenía valiosas vitaminas y minerales. Todo un consejo sensato, y es una pena que no lo recordáramos cuando empezamos a criar pollos intensivamente en las granjas industriales hace 50 años.
Hoy en día, si se quiere evitar la compra de piensos comerciales o al menos proporcionar algo que complemente los pellets, se puede cultivar el propio pienso para pollos. Las legumbres, como los guisantes y las habas, son especialmente beneficiosas, ya que tienen un alto contenido en proteínas y son muy populares entre los pollos. Lo mejor es secarlas y luego picarlas o molerlas antes de añadirlas al pienso. Otras hortalizas como el maíz, las brassicas (coles, repollos y col rizada) constituyen una excelente fuente de suplementos, y las plantas más ornamentales, como el girasol y el mijo, son una buena fuente de semillas.
Durante el invierno, alimentar a los pollos con semillas germinadas es otra excelente fuente de proteínas. Si decide cultivar su propio pienso para pollos, asegúrese de sopesar el espacio necesario para cultivar las plantas con el valor de la comida que obtiene a cambio de los pollos. Por eso, en el pasado aprovechamos los residuos de los huertos y las parcelas de hortalizas; es económico y sensato.
– Este post forma parte de una serie sobre la cría de aves de corral de Andy Cawthray, un confeso «chickeneer» que escribe para varias revistas, imparte charlas & sobre la cría de aves de corral en casa y comparte sus experiencias en su blog personal TheChickenStreet.
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