A principios del siglo XX, el psiquiatra alemán Dr. Alois Alzheimer observó síntomas de comportamiento inusuales -incluida la pérdida de memoria a corto plazo- en un paciente de mediana edad. Tras la muerte de su paciente, el Dr. Alzheimer utilizó técnicas de tinción para ver su cerebro, revelando las células nerviosas, las placas y los ovillos que se observan en las personas que sufren este trágico trastorno. En los siguientes 75 años se hicieron pocos progresos. Hasta hace 30 años, la mayoría de la gente consideraba la demencia, o la «senilidad», como una parte normal del envejecimiento.
Hoy en día sabemos que unos 5,1 millones de estadounidenses padecen la enfermedad de Alzheimer, y las autoridades sanitarias calculan que el envejecimiento de la población estadounidense puede hacer que se multipliquen por tres los casos en 2050. Los estudios clínicos financiados por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) están probando una serie de nuevos tratamientos para el Alzheimer, como antioxidantes, estatinas, terapia génica y antidepresivos. También se están estudiando terapias y técnicas de diagnóstico totalmente nuevas.
La investigación genética y otras investigaciones básicas han descubierto 4 genes culpables, así como conocimientos sobre cómo se acumulan las moléculas tóxicas en el cerebro. Recientemente, investigadores apoyados por los NIH midieron y rastrearon los niveles de biomarcadores en el líquido cefalorraquídeo que parecen señalar el inicio de las primeras etapas de la enfermedad de Alzheimer.
Imagine el futuro…
- Las exploraciones de imagen sensibles y los análisis de sangre detectan el riesgo de la enfermedad de Alzheimer de forma temprana.
- Los medicamentos y/o las vacunas previenen el Alzheimer en las personas de riesgo.
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