¿Qué es el mal de altura?
El mal de altura se refiere a una combinación de síntomas que puede producirse cuando se ingiere menos oxígeno del que el cuerpo está acostumbrado. Esto ocurre cuando se viaja a una gran altura (2.000 metros o más).
Se suele creer que hay menos oxígeno cuanto más se sube. En realidad, la concentración de oxígeno en el aire es la misma en la cima de una montaña que en la playa, pero la presión atmosférica es mucho menor.
Cuanto menor sea la presión atmosférica, menos oxígeno tomará en cada respiración. Si su cuerpo no está acostumbrado a funcionar con esta cantidad de oxígeno, puede empezar a sentirse mal.
El mal de altura puede ocurrirle a cualquiera, independientemente de la edad o el nivel de condición física, y algunas personas son simplemente más susceptibles que otras. Las personas que viven a mayor altitud -y las que permanecen allí durante un tiempo- se acostumbran a ingerir menos oxígeno y se encuentran bien. Pero los que cambian de altitud rápidamente, especialmente cuando realizan actividades físicas, suelen tener problemas.
Tipos de mal de altura
Hay varios tipos de mal de altura.
El mal de montaña agudo (MAM) es el tipo más leve y común. Las formas menos comunes y mucho más graves se producen cuando el MAM progresa, o cuando alguien con MAM continúa ascendiendo sin dar a su cuerpo la oportunidad de adaptarse.
Estas condiciones hacen que se acumule líquido en el cerebro -conocido como edema cerebral de gran altitud (HACE)- o en los pulmones, conocido como edema pulmonar de gran altitud (HAPE).
Mal de altura en los niños
Es poco probable que su hijo sufra el mal de altura, pero si está planeando viajar a zonas más elevadas, es posible que quiera tomarse su tiempo para llegar allí.
Si va a conducir desde San Francisco (a nivel del mar) hasta Denver (a 1.500 metros), por ejemplo, su hijo probablemente no tendrá ningún problema con el mal de altura. Pero si tiene previsto volar desde una altitud baja hasta una altitud de 2.000 metros o más, es posible que quiera tomarse unos días para llegar hasta allí, pasando una o dos noches en una altitud intermedia. A continuación, prevea un día por cada 1.000 pies que viaje más allá de los 8.000 pies.
Sin embargo, si su hijo tiene una enfermedad crónica del corazón o de los pulmones, o cualquier enfermedad sistémica que afecte a la respiración, es una buena idea consultar con su médico antes de llevarlo a una gran altitud. Hable también con el médico si su bebé tiene menos de 6 semanas de edad, porque los bebés tan pequeños son más susceptibles al mal de altura.
¿Cómo puedo saber si mi hijo tiene mal de altura?
No es fácil identificar el mal de altura porque los síntomas son bastante inespecíficos al principio. Pueden aparecer tan pronto como una o dos horas después de la llegada a la mayor altitud, pero normalmente comienzan a aparecer entre ocho y 36 horas después de la llegada.
Puede notar un cambio en el comportamiento normal de su hijo. Por ejemplo: Puede tener problemas para comer o dormir. Puede estar inusualmente irritable. Puede tener dolor de cabeza, mareos o fatiga. Puede tener dificultades para respirar cuando se esfuerza. También puede tener náuseas y vómitos.
Si su hijo desarrolla un mal de altura más grave, puede estar confuso y su complexión puede ser pálida o azul. Puede desarrollar tos, tener dificultad para caminar y falta de aliento, incluso cuando descansa. Si ha estado vomitando, también puede mostrar signos de deshidratación.
¿Qué puedo hacer para aliviar sus síntomas?
Si su hijo sólo muestra signos leves de mal de montaña agudo, puede llevarlo a una altitud menor para ayudarle a aclimatarse más gradualmente. Los síntomas suelen remitir en un par de días.
Mientras tanto, ofrézcale mucho líquido para mantenerlo bien hidratado. Puede darle pequeños sorbos de agua con frecuencia o una solución de reemplazo de electrolitos para prevenir la deshidratación, especialmente si está vomitando.
Si tiene dolor de cabeza, puede darle la dosis adecuada de acetaminofén o (si tiene 6 meses o más) ibuprofeno. (Si su hijo tiene menos de 3 meses, consulte con su médico antes de darle cualquier medicamento, incluso los de venta libre.)
También puede animar a su hijo a respirar más profundamente y a un ritmo ligeramente más rápido de lo normal, para obtener más oxígeno.
¿Y si los síntomas son más graves?
Si su hijo tiene dificultad para respirar o se pone azul, o muestra algo más que un malestar muy leve, llévelo al servicio de urgencias más cercano. Allí podrán medir el oxígeno en su sangre y averiguar si está sufriendo el mal de altura. Si sus síntomas son graves, es posible que también necesite análisis de sangre, una tomografía computarizada, una radiografía de tórax o un electrocardiograma.
Si tiene MAM, probablemente le darán oxígeno y le aconsejarán que lo lleve a un lugar más bajo. Si tiene HACE o HAPE, necesitará tratamiento y una estrecha vigilancia, ya que pueden ser afecciones potencialmente mortales.