La vacunación es la estrategia más eficaz para prevenir las enfermedades infecciosas. La mayor vulnerabilidad a la infección de los ancianos los convierte en una población objetivo especialmente importante para la vacunación. Sin embargo, la mayoría de las vacunas son menos inmunogénicas y eficaces en los ancianos debido a los cambios relacionados con la edad en el sistema inmunitario. En muchos países se recomienda la vacunación contra la gripe, el Streptococcus pneumoniae y el virus de la varicela zoster. Para mejorar la vacunación antigripal de las personas mayores se están aplicando diversas estrategias, como el uso de adyuvantes y nuevas vías de administración, y los recientes avances en el campo de la vacunación antineumocócica han llevado a la autorización de vacunas de polisacáridos conjugados con proteínas que contienen hasta 13 serotipos. Dado que los títulos de anticuerpos suelen ser más bajos en los ancianos y -sobre todo en el caso de las vacunas inactivadas- disminuyen rápidamente en la tercera edad, las vacunas de refuerzo periódicas, por ejemplo contra el tétanos, la difteria y, en zonas endémicas, la encefalitis transmitida por garrapatas, son esenciales durante la edad adulta para garantizar la protección de los ancianos. Con el aumento de las oportunidades de salud y viajes en la tercera edad, la importancia de las vacunas de viaje para las personas mayores de 60 años es cada vez mayor. Sin embargo, se sabe poco sobre la inmunogenicidad y la eficacia de las vacunas de viaje en este grupo de edad. A pesar de los grandes avances en el campo de la vacunología en las últimas décadas, todavía hay posibilidades de mejora en lo que respecta a las vacunas para las personas mayores. Los nuevos enfoques, como los vectores virales para la administración de antígenos, las vacunas basadas en el ADN y los adyuvantes innovadores, en particular los agonistas de los receptores tipo Toll, ayudarán a conseguir una protección óptima contra las enfermedades infecciosas en la tercera edad.